La actual coyuntura peruana es la concreción real del sistema de privatización y clientelismo, corrupción e ingobernabilidad de muchos años. Un sistema político que se fundamenta en la desigualdad y el racismo y que ha sido diseñado para garantizar la perpetuidad del capitalismo exterminador de la naturaleza, de la Amazonía, vulneración de derechos humanos, especialmente de los más humildes y de paso de las muchas naciones originarias que la habitamos y cuidamos la naturaleza. Este sistema ha impregnado los más profundos rincones del país, incluso aquellas instituciones que fueron creadas para descentralizar el poder y atender mejor a las poblaciones de las llamadas periferias. No hay, por ejemplo, ninguna gestión municipal o de gobierno regional que no haya tenido cuestionamientos por clientelismo, nepotismo, privatismo, corrupción en general.
Nos preocupa inmensamente ver cómo en los últimos años la normativa sobre derechos humanos y colectivos ha tenido significativos retrocesos, sobre todo en la obligación del Estado peruano de respetar y garantizar el derecho al reconocimiento de nuestros territorios. Poco a poco, el Estado se ha ido apropiando de nuestros territorios ancestrales para ponerlos a disposición de industrias de la destrucción y la muerte so pretexto del desarrollo económico. Durante años, ese desarrollo económico nos ha dejado ambientes degradados, enfermedades, alcoholismo, violencia a las mujeres e infancias, y un largo etcétera de decadencia humana.
Hoy siguen siendo los mismos destructores, tomando las decisiones del país, una clase política angurrienta, incapaz y lamentable que desconoce la realidad indígena amazónica, que hace de la corrupción su modus operandi, ya que no aprendieron a hacer riqueza más que a partir del facilismo, la deshumanización del pueblo y la destrucción de nuestras fuentes de vida. No importa la supuesta ideología o discurso, sean de izquierda o de derecha, todos nos han fallado con su ignorancia y su colonialidad del poder, saber y del ser.
Hoy los pueblos, con justa razón, se están movilizando para pedir el cierre del congreso y una asamblea constituyente. Otros piden nuevas elecciones. Pero no hay equipo o fuerza de talento humano capacitado para gobernar el país, manejar un estado podrido, afrontar feroces grupos de interés, y abordar las múltiples problemáticas de urgente atención, sobre todo porque cierta clase política seguirá jugando al obstruccionismo para perseguir sus propios intereses. Estamos a puertas de una crisis alimentaria arrastrada por la crisis de la agricultura, sequías, derrumbe de nevados, incendios forestales, contaminación masiva. En la Amazonía, nos siguen azotando las actividades ilícitas de la cual forman parte las propias instituciones y “administradores” del Estado. La educación de nuestras infancias queda siempre relegadas a la última lista de prioridades y el acceso a los sistemas de salud es un martirio para toda la población. Mientras tanto, los poderosos siguen jugando a quién daña más y quién escapa más rápido de la justicia. Son verdaderamente una vergüenza y calamidad nacional persistente de muchas décadas.
Por ello, como una de las nacionalidades originarias vivientes, activas y con el derecho que nos asigna la constitución, exigimos una Asamblea Constituyente, con un proceso que garantice nuestra participación efectiva, y no ser “sustituidos” por los politiqueros de siempre, para garantizar que la nueva constitución sí cumpla con los estándares de los mandatos internacionales sobre los derechos de los pueblos indígenas, como el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, para lograr el reconocimiento de los territorios integrales, así como el de nuestro sistema de gobernanza milenario.
Mientras ese sueño se va forjando a través del clamor y la lucha popular, la Nación Wampís continuará en su camino ejerciendo el derecho a la autodeterminación y desarrollando sus propios planes de Vida Plena (Tarimat Pujut) de acuerdo a nuestro pacto sociopolítico por la naturaleza y sus seres a perpetuidad, constituyente de fondo de nuestra autonomía.
Llamar la atención a la comunidad internacional para sostener las relaciones bilaterales con nosotros, la Nación Wampis, sin la intermediación del tambaleante “Estado peruano”, en vista de su comprobada incompetencia para gobernar de manera efectiva el país del que somos parte.
Hemos demostrado más resultados, coherencia y sacrificio que el Estado peruano en materia de conservación de biodiversidad, defensa de nuestros territorios y estrategias para hacer frente al cambio climático ya que no solo sabemos mejor lo que necesitamos y necesita nuestro territorio, sino que lo hacemos y cumplimos. Basta con solo mirar el nuevo gabinete ministerial, encabezado por una persona con investigaciones fiscales en curso, y que tiene en la cartera del Ministerio de Energía y Minas al gerente de una empresa petrolera culpable de serios crímenes ambientales y de la vulneración sistemática de los derechos indígenas. Mientras tanto, nuestra institución representativa, el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís, ha formulado una estrategia climática, en base a estudios científicos propios, donde proponemos soluciones a esta crisis mundial del clima, de grave repercusión nacional.
Por ello, no hay más excusas para posponer nuestras alianzas en aras del bienestar humano, ya que todas las crisis se han juntado (ecológica, climática, económica, pobreza, pandemias, racismo y más) en una gravísima crisis civilizatoria que reclama urgente atención y no podemos darnos el lujo de confiar nuestras soluciones en seres y estructuras incompetentes.
Por ello, reiteramos nuestras demandas y exigencias específicas y mínimas:
- Adelanto de elecciones generales, de los dos poderes, para en lo mínimo, garantizar la preminencia de derechos humanos.
- Convocatoria a un referendum para un proceso de Asamblea Constituyente
- Anulación de todos los proyectos legislativos, ejecutivo y otros que contravengan nuestros derechos. Demandamos anulación de proyectos alineados con la colonización, subasta y de cualquier otra modalidad de expropiación de los territorios ancestrales, abusos de derechos humanos y persecución de los defensores de los bosques y territorios.
- Reconocimiento formal y expreso de los derechos colectivos y territorios integrales
- Respeto a los derechos humanos de los y las manifestantes a nivel nacional. En tal sentido, el cese de la represión desmedida y el asesinato de nuestros jóvenes compatriotas.
- Atención inmediata a los temas de urgencia nacional: crisis de la agricultura y crisis hídrica a causa de la crisis climática.
Porque los derechos no se mendigan, los derechos se ejercen. Seguiremos trabajando para lograr nuestro Tarimat Pujut, con Estado o sin él.
Soledad, 12/12/22
Foto portada: Shimapuk
CONDENAMOS-LA-VIOLENCIA-RACISTA-DEL-ESTADO-PERUANO-Y-REITERAMOS-NUESTRA-APUESTA-POR-LA-AUTONOMÍA-PARA-EL-FUTURO
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